lunes, 29 de abril de 2013

Boudica, la Reina Guerrera y la Britania Romana (parte III)

Roma,  La ciudad eterna


La presencia romana se mantendría en Britania por casi tres siglos y medio, luego de la derrota de Boudica. Se alternaron períodos de paz con tiempos turbulentos, en un permanente vaivén. En parte, esto era debido a los problemas que tenía Roma para custodiar sus fronteras más distantes, dada la expansión del imperio. Así mismo, las intrigas políticas en la metrópoli, tenían su peso. Los generales que se hacían muy exitosos (y poderosos), eran objeto del recelo imperial. No obstante, a menudo los hechos se encargaron de demostrar, que tal desconfianza estaba justificada.


 Nerón


La rebelión de Boudica fue castigada con una dureza tal, que Nerón decidió sustituir al gobernador de Britania, previniendo males mayores. Luego, la anarquía se apoderó de Roma, esto minimizó el control en las provincias. En consecuencia, la resistencia celta se vio estimulada. Por fin, en el año 77, el emperador Vespasiano pudo enviar sus legiones, bajo el mando de Cneo Julio Agrícola (suegro del historiador Tácito), quien había sido testigo presencial, en los tiempos de la reina guerrera.


Romanos contra celtas. 
 Grabado. Historia Inglesa de la Iglesia


Este general logró pacificar de nuevo a Britania. En sucesivas campañas, aseguró el dominio romano en las regiones al poniente (hoy Gales). Además, llegó muy al norte, hasta la Caledonia central, hoy tierra escocesa, en el año 84. Allí derrotó a las tribus célticas en la Batalla de Grampio. Agrícola fue muy exitoso, como militar, y en su labor civilizadora: en ese tiempo, continuó la romanización de los britanos.


Cneo Julio Agrícola


El sucesor en el trono imperial, Domiciano, tuvo el criterio de que no valía la pena proseguir con la conquista del norte de la isla, de tal manera, que llamó a Agrícola para asignarle otras tareas (quizá, también para tenerlo más controlado en el futuro).

Los caledonios y los pictos buscaron refugio en las montañas del norte y siguieron hostigando a los romanos. Esta situación se mantuvo por años, lo que significó un lento y progresivo desgaste de las tropas y recursos tan necesarios, en otras regiones del imperio. Debido a ello, en tiempos de Trajano, hacia el año 100, cuando el imperio romano alcanzó su máxima expansión, se redujeron en gran medida los contingentes britanos. Se le dio prioridad al fortalecimiento de las fronteras orientales.


Adriano - Realizado entre  117 - 138 AD


El emperador Adriano visitó Britania, en el 122. Comprendió la necesidad de afianzar el límite norte, para que no continuara siendo una pesada carga y una amenaza permanente. Su estrategia se basó en el aislamiento del enemigo. Así que ordenó la construcción de una muralla, de este a oeste, en un punto estrecho de la isla. Eran 117 km bien defendidos por varias fortificaciones, flanqueados por fosos. Esta posición se estableció bastante más al sur de donde había llegado Agrícola, años antes: habían cedido territorio, a cambio de tranquilidad. Aún hoy podemos contemplar los restos de esta impresionante muralla, llena de historia, entre Inglaterra y Escocia.


Mapa de Londinum


Como era de esperar, vinieron períodos de paz y bienestar en la Britania. Las ciudades siguieron desarrollándose, los caminos romanos se extendieron por todas partes. Londinium se convirtió en un puerto importante, y adquirió la fisonomía de cualquier otra ciudad romana. Lamentablemente, la ambición imperial hizo que esta tranquilidad no fuera perdurable.


Busto de Antonino Pío


Antonino Pío ordenó un nuevo avance hacia el norte. No hay que olvidar la manía imperial, de pretender pasar a la historia por sus hazañas y conquistas. Pero esto resultaba nefasto para preservar la paz. Así, las legiones llegaron muy al norte, en el año 142. En otro punto estrecho de la isla, se irguió un segundo muro, también rodeado de fosos y custodiado por fuertes. Sin embargo, su construcción no era muy sólida. En la actualidad, sus ruinas también son visibles, en tierras escocesas.


Restos de muralla romana,
Stanwick Hill - Escocia


Esta nueva frontera presentaba serios inconvenientes, estaba muy lejana, en territorios francamente hostiles. La inferior calidad del muro, lo hacía más fácil de atravesar por los rebeldes. Además, las tierras situadas entre los dos muros se convirtieron en el refugio de muchas de esas tribus rebeldes. Como resultado, aumentaron los enfrentamientos y el desgaste de las fuerzas imperiales. Aun derrotándolos, nunca podían acabar con ellos. Por otra parte, continuaba la inestabilidad política en la metrópoli y la perenne guerra en otras regiones. Por lo tanto, la pérdida de estos territorios, parecía solo cuestión de tiempo.

Cómodo - Hércules
Estatua de la colección "Apoteosis de Cómodo"


A pesar de todo, vinieron años de cierta estabilidad y prosperidad en Britania. Fue así, hasta la época de Cómodo, cuyo gobierno desastroso culminó con su muerte, en el 192. Regresó el azote de la guerra civil, cuyas consecuencias se sintieron en esos territorios insulares. 


Busto de Septimius Severus
Glyptothek - Munich


El jefe militar de Britania ambicionaba la corona del imperio y con la mayor parte de sus soldados viajó a la Galia, dejando en el abandono las posiciones britanas. Terminó siendo vencido por quien a la postre, se convertiría en el próximo emperador. Se trataba de otro general, Septimio Severo, corría el año 197 de nuestra era. La falta de vigilancia, ocasionó que los muros construidos años antes, fuesen fácilmente atravesados por las tribus del norte. De tal manera, la paz en toda la isla estaba en inminente peligro.


Muro de Adriano en Inglaterra


Severo respondió con gran vigor; volvió a controlar a los pictos y a los caledonios, en el 209. Pero a la vez comprendió, que para Roma era muy difícil sostener esa frontera. Así, los romanos abandonaron definitivamente la muralla de Antonino, y se dedicaron a reparar la de Adriano como su límite septentrional. El emperador Severo murió en Eboracum (hoy York) en el año 211.


Muro de Antonino cerca
del fuerte Cumbernauld


Entonces la suerte jugó a favor de los colonos britanos. La invasión de los escotos o escoceses, también de origen celta, procedentes de la vecina Hibernia (hoy Irlanda), sumergió en el caos a los territorios al norte del muro de Adriano. Esa turbulenta situación, contribuyó a que los rebeldes dejaran en paz el territorio controlado por Roma, situado al sur del muro, durante casi un siglo. Entonces la romanización de Britania llegó a su máximo, pero pareció ser más que nada, a nivel de las clases altas y en las zonas urbanas. Subyacía un pueblo rebelde, que luchaba por mantener su legado celta, que nunca absorbería la cultura romana, como ocurrió en las otras provincias occidentales (Hispania y Galia). 

Columna de Trajano, Roma.


La manifiesta incapacidad de los emperadores, unida a la ambición de los generales, y la defensa de otras lejanas fronteras imperiales, coincidieron en esos tiempos, con las invasiones escocesas al norte. La combinación de todo eso, permitió que las colonias britanas disfrutaran de cierta calma, pero solo se trataba de una casualidad. La desintegración del imperio y la pérdida de esos territorios, ya se vislumbraba.


 Daga de la "Lanza del Destino".
Museo de Viena


Curiosamente, y quizás como una forma de rebelarse contra las creencias paganas de Roma, el cristianismo echó raíces en Britania. En esa época, es posible que hayan tenido su origen las historias de El Santo Grial y la Lanza Sagrada, supuestamente llevadas allí, por José de Arimatea, hacía muchos años. Estos hermosos relatos, se enlazan con los del Rey Arturo, surgidos varios siglos después. En ellos, se observa el sincretismo entre lo cristiano y lo celta y hasta con los misterios druidas. Sería de gran interés indagar más, sobre sus posibles bases históricas.


Diocleciano,  Museo Archeol.
Foto G. Dall'Orto 28-5-2006


En el año 284 llegó al poder otro general, Diocleciano, quien sabiamente decidió hacer una reforma en el gobierno: habría un emperador occidental y otro oriental. Cada uno estaría facultado para nombrar un sucesor, al que se le daba el nombre de César. De este modo, Constancio Cloro resultó elegido como sucesor del emperador de la parte occidental del imperio. A él le correspondió poner orden en Britania, y se instaló allí para ejercer sus funciones. Esta resultó ser una época de bienestar y sobre todo de tranquilidad. Las crueles persecuciones a los cristianos de esos tiempos casi no tuvieron efecto allí. Constancio Cloro, siendo emperador de occidente, falleció en la futura York, en el año 306. La rueda del azar comenzó a girar de nuevo.


Estatua de Constantino en York


El hijo del fallecido emperador, Constantino (quien no llegó a ser nombrado como sucesor, pero que contaba con el apoyo irrestricto del ejército), de manera gradual enfrentó y acabó con todos sus posibles rivales. Reunificó el imperio, quedando con el poder absoluto, en 324. Decretó que el cristianismo fuese la religión oficial. Hacia el año 330, mudó la capital imperial para Constantinopla (hoy Estambul). 

Por entonces, los germanos cada vez presionaban más. Se habían convertido en una verdadera amenaza para la estabilidad del imperio. En cuanto a Britania, eso trajo como resultado el abandono militar, por lo cual los rebeldes celtas recorrían y atacaban en toda la isla, con gran impunidad.


Teodosio I


Hacia el 367, los romanos pudieron controlar la situación britana, una vez más. Derrotaron a los díscolos rebeldes celtas y se instalaron triunfalmente en Londinium. Fueron los tiempos de Teodosio I, quien resultaría ser un buen emperador... pero la unidad del imperio era insostenible. A su muerte (año 395), el imperio romano occidental, no daba para más. Y las invasiones germánicas precipitaron los acontecimientos. A medida que  la guerra se aproximaba a la ciudad de Roma, todas las legiones de las provincias tenían que hacerse presentes allí, no quedaba más alternativa.


Catedral de Bath, Londres - La Inglaterra romana


Los ejércitos romanos abandonaron Britania en el año 407 y nunca más volverían a poner su pie allí. Se ha dicho que el general en el mando, también aspiraba al poder imperial. Lo cierto es que los ciudadanos britanos quedaron abandonados a su propia suerte; algunos huyeron despavoridos hacia la Galia. Se produjo la destrucción casi total de la civilización latina en la isla y lo que tuviera que ver con ella. Hasta el cristianismo quedó en el olvido, por lo que renació el espíritu celta, con gran fuerza. Solo la religión romana volvería a esos sitios en el futuro.


Guerreros sajones

Con el tiempo, las islas británicas sufrirían nuevas invasiones. 1) De origen germánico: los jutos, los anglos y los sajones. 2) De origen nórdico: los vikingos y los normandos. Los celtas serían derrotados nuevamente y con ellos, hasta el recuerdo de los romanos terminó de ser borrado.
 
La cultura anglosajona desplazó a la misma cultura celta, dejando tan solo vestigios. Britania fue la única provincia romana occidental en la que ocurrió un proceso de como ese.

Imposible sería saber como hubiese sido la historia del mundo de haber seguido la influencia de los romanos en estas tierras. 

Águila. Relieve sobre piedra. Pictos. Escocia

En cuanto a los pictos y los escoceses... ellos seguirían defendiéndose con gran valor en las tierras septentrionales. Siempre lo hicieron y siempre lo harán. Ellos darían origen a una gran nación que:

                 "Nunca será atacada impunemente"


Bibliografía

The Annals and the histories. Tacitus, Cornelius. Great Books. Encyclopedia Britannica, Inc. 26th Printing, 1984.

La Formación de Inglaterra. Isaac Asimov. Historia universal ASIMOV. Alianza Editorial. 3a Edición, México 1983.

Atlas Ilustrado de la Antigua Roma. Melani, Ch.; Fontanella, F. y Cecconi, G.  Susaeta Ediciones, S.A. Madrid. 


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