jueves, 28 de marzo de 2013

Anécdotas Significativas de Simón Bolívar

Simón Bolívar en Haití en 1816.
Autor Anónimo


La vida de Simón Bolívar ha sido relatada muchas veces, en verdad se parece a una novela de capa y espada. De él existen tantos relatos anecdóticos, que podría hacerse un libro, solo con ellos. Estos testimonios, al menos la mayoría, adquieren más valor al proceder de muy variados testigos presenciales, que no siempre eran favorables al personaje.

Son memorables las anécdotas de sus respuestas nada respetuosas al Licenciado Sanz, siendo todavía un niño. Su falta de prudencia al emitir opiniones políticas, en lugares nada propicios, cuando joven. Sus conversaciones con Humboldt, los discursos en la Sociedad Patriótica en 1810. El juramento en Roma, sus palabras sobre las ruinas de San Jacinto cuando el terremoto de 1812. Miranda. La Campaña Admirable. La Guerra a Muerte. La ejecución de Manuel Piar. Morillo. Las Campañas del Sur, San Martín. La Convención de Ocaña. Hasta sus dias finales son testigos de momentos, conversaciones y proclamas muy dignas de resaltar.


Juramento en el Monte Sacro en 1805.
Por Tito Salas

Con este "breve e incompleto" resumen de varias épocas y sucesos de su vida, cada uno de ellos lleno de vivencias para ser recordadas, nos percatamos de la complejidad y la densidad de su vida. Aquí nos contentaremos con relatar unas pocas anécdotas, que ponen de relieve más que nada, su lado humano: sus virtudes y defectos; bajarlo de un pedestal, para poder entender mejor a ese personaje, que se llamó Simón Bolívar.


Zuazola


Firma del decreto de Guerra a Muerte en 1813

Una de las épocas más pavorosas en la historia de Venezuela fue la de la Guerra a Muerte. Fue un tiempo de verdadero exterminio. Para colmo, entonces se desataron los demonios de los odios sociales y raciales. Uno de los más terribles criminales de esos días, fue el comandante realista Antonio Zuazola, cuyo temible nombre aún resuena en los cuentos de algunos ancianos, en las regiones rurales de Venezuela. 

Batalla de Araure 1813. Por Tito Salas, 1928


Corría el año de 1813. Los patriotas habían llegado victoriosos a Caracas, en lo que se ha llamado “La Campaña Admirable”. El Libertador consideraba necesario tomar el fortín del Mirador de Solano, en Puerto Cabello y gracias a  un ataque sorpresivo, lo lograron. Allí capturaron a un grupo de realistas, entre los que se toparon con Zuazola. ¿Qué haría Bolívar con el responsable de tantas muertes y torturas?, ¿fusilarlo de inmediato? Pues no hizo tal cosa, el propio Zuazola, había informado que en el Castillo de San Felipe, bajo el mando del Capitán General Domingo Monteverde, entre los presos patriotas se encontraba el Coronel Diego Jalón, y les sugirió un canje.


Juan Domingo Monteverde


Bolívar se decidió por la medida humanitaria, por lo que envió una comunicación al Jefe realista, en la que proponía el intercambio del Coronel Jalón por Antonio Zuazola. La respuesta llegópida e insolente: no solo se rechazaba la petición, si no que se agregaban amenazas y ofensas. Entonces, el Libertador retomó su posición dura, respondiendo enojado, con un escrito contundente. De inmediato ordenó la ejecución del prisionero. Fue ahorcado justo en frente del castillo, a la vista de Monteverde.


Vista desde el fortín del Mirador de Solano,
en Puerto Cabello


Merecido y triste final para Zuazola, que resultó ser solo un episodio más en la guerra que ensombrecería al país por tantos años. Bolívar se mostró flexible en un principio, pero luego no le tembló el pulso para hacer justicia. En medio de esa época terrible, a menudo él tendría que navegar entre dos aguas: entre el ser justo o el dejarse llevar por la rabia. No siempre salió bien librado, de esa dualidad.


Josefina Machado 


Simón Bolívar y María Teresa Rodríguez Del Toro y Alaiza.
Por Tito Salas, 1921


Aunque Simón Bolívar cumplió su promesa de no volver a casarse, al enviudar muy joven, el resto de su vida siempre estuvo signado por el favor femenino. Su personalidad desenvuelta, de hombre de mundo, y su aura de guerrero triunfal, con toda seguridad contribuyeron a que eso fuese así. La lista conocida de sus romances es bastante extensa. También es muy posible, que el amor le haya llegado a salvar la vida más de una vez. Pero también alguno que otro "error" en su carrera militar parece obra de Cupido.


Alegoría de la entrada de Bolívar en Caracas, 1813


En 1813, a su llegada triunfal a Caracas, en medio de la profusión de homenajes, Bolívar fue coronado de laureles por muchachas vestidas como diosas griegas. Eran todas muy hermosas, pero una de ellas, Pepita Machado, fue la que llamó su atención. El cruce de sus miradas, algunas palabras... y en seguida surgió el amor a primera vista. De allí en adelante, ese amor logró sobrevivir a las épocas muy difíciles que siguieron, que les obligaron a distanciarse más de una vez.

Hacia 1816, un grupo de patriotas intentaba invadir a Venezuela desde Haití, con la ayuda del gobierno de Pétion. La flor y nata del ejército acompañaba a Bolívar, pero algo los detenía allí. Aun cuando todo estaba listo, no se daba la orden de levar anclas. El descontento no se hizo esperar, hubo fuertes discordias; se dice que Bolivar llegó a ser retado a duelo. Cuando no fue posible esperar más, por fin zarparon hacia su patria. Sin embargo, a los pocos días les alcanzó otro navío, en el que venía la causa del incómodo retardo. No era otra, que la señorita Machado, quien venía de Saint Thomas y que acompañaría al Libertador.


Abordaje del bergantín "Intrépido" en 1816.
Por Tito Salas, 1928


De ese modo, “la flota” de los patriotas constaba de seis goletas, una balandra y 250 hombres. Tras un viaje no exento de aventuras, ya que llegaron a producirse enfrentamientos en el mar, que tuvieron como resultado el abordaje de un bergantín y una goleta de los realistas, llegaron a la isla de Margarita. Allí encontraron la situación controlada por los patriotas. Continuaron su viaje hacia Carúpano, donde, a pesar de la resistencia del enemigo, también salieron airosos. Fue entonces, cuando por diversas razones, Bolívar prefirió atacar la zona central del país y recuperar a Caracas, mientras su enamorada, les acompañaba en la expedición.


General Carlos Soublette. Por
Martín Tovar y Tovar


A partir de entonces, sobrevino una serie de errores y de malos entendidos, en las filas patriotas. Sobre estos hechos, algunos historiadores parecieran divagar, con explicaciones poco convincentes. Según la opinión de uno de los jefes insurgentes, Carlos Soublette, el Libertador se entretuvo inexplicablemente en Ocumare, lo que en su momento fue achacado a la presencia de la amada Josefina. Cuando la suerte se tornó adversa para el bando libertario y la situación se hizo insostenible, Bolívar tuvo que zarpar a toda prisa. Con los realistas pisándole los talones, dejó abandonada a una parte de su gente, en Choroní. Partió hacia el Caribe y se aseguró de que ella quedara a salvo en Saint Thomas.


Gregor MacGregor.
Por Martín Tovar y Tovar


Lección amarga para Bolívar, las espinas de estos hechos le acompañarían durante el resto de su vida, siendo recriminado con frecuencia por ellos. Quedó el testimonio en su contra: los hombres que dejó abandonados de Choroní pudieron sobrevivir. Contra todo pronóstico, con gran arrojo se fueron abriendo paso, bajo el mando de MacGregor y el propio Soublette. Combatieron hasta reunirse con los patriotas de la zona oriental. Se convirtieron en la prueba viviente de un error garrafal de Bolívar.  ¿Será posible que por amor se haya cegado el Libertador y haya incurrido en tan graves fallas?  

Pepita Machado enfermó de tuberculosis y murió en los llanos, hacia 1820, Bolívar la llevaba hacia Bogotá, en procura de mejores climas. Nunca la abandonó.


Casacoima


Santiago Mariño.
Por Martin Tovar y Tovar


Después de varios años de divisiones y terribles derrotas, hacia 1817, el ejército libertador empezaba a mostrar algunos síntomas de unidad. No obstante, todavía estaban por ocurrir los episodios de rebeldía de Santiago Mariño y Manuel Piar. Sin duda, la terquedad de Bolívar de querer tomar a Caracas, a cualquier precio, había sido la causa de muchas calamidades. Si querían derrotar a los realistas, debían dominar a Guayana primero. Allí estaba la mayor fuente de provisiones y además un corredor marítimo-fluvial que permitía el control de casi todo el territorio venezolano.


Manuel Piar. Por Pablo W. Hernández


Hay que decirlo sin rodeos, la actuación brillante de Manuel Piar, puso la provincia guayanesa en manos de los patriotas. Sus triunfos y su lamentable proceso posterior merecen capítulo aparte.


Angostura


En Julio de 1817, mientras tenían sitiada Angostura (hoy Ciudad Bolívar), el Libertador sal con un grupo de patriotas en unas pequeñas embarcaciones, para hacer un reconocimiento. De pronto fueron atacados frontalmente, por una patrulla de lanchas cañoneras de los realistas. Los patriotas quedaron aislados y sin ninguna posibilidad de una retirada. Caía la noche, no hubo más remedio que arrojarse al agua, quitarse la casaca y nadar hasta ocultarse en rincones fangosos en el caño Casacoima. 


Caño Casacoima


Pasando horas en esas condiciones, corriendo el riesgo de ser atacados por caimanes y luego arrastrándose entre matorrales, finalmente lograron evadirse. Ya muy entrada la noche, pudieron reunirse con su grupo. Según se cuenta, uno de los colaboradores del Libertador, estaba decidido a darle muerte, antes que dejarlo caer en manos de los realistas. Todos estaban mojados y enfangados, cuando fueron atendidos. Bolívar tenía fiebre y empezó a decir incoherencias. Sin duda, deliraba. Sus amigos patriotas se preocuparon. ¡El General había perdido la razón!


Bolívar en Casacoima


Entre sus muchos disparates, comentaba que Brión llegaría con su escuadra y que liberarían el territorio venezolano. Luego remontarían Los Andes y también lo harían con la Nueva Granada, Ecuador, Perú. En fin, plantarían las banderas de la libertad en las tierras de los incas. ¿Qué clase de locura sería esa? ¿En una jornada tan deprimente como esa, a quién podían pasarle por la mente aquellos  delirios tan optimistas? ¿ Eran las imágenes de un visionario o los delirios de un loco?


El Paso de los Andes.
Por Arturo Michelena

El Libertador cometió muchos y graves errores; a veces se comportó como un déspota cruel. En su favor habría que decir, que a menudo le correspondió decidir en medio de situaciones muy complejas. En algunas oportunidades, dejó que los asuntos del corazón se mezclaran con la guerra y la política. Sin embargo su constancia y empeño son resaltables. Hizo juramentos muy difíciles de cumplir, tuvo quimeras delirantes y tal vez un optimismo infundado, eso lo puede hacer cualquiera. Pero el haber llevado todo a cabo, allí está su mayor mérito. Es un personaje al que bien valdría la pena hacerle algunas visitas allá en esos duros tiempos.


Bibliografía 

Bolívar. Alfonso Rumazo González. EDIME 10a Edición. Madrid, 1983.

Simón Bolívar. Nemesio García Naranjo. Casa Editorial Lozano. San Antonio. Texas, 1931.

Leyendas Históricas de Venezuela. Arístides Rojas. Colección Ares No 8. Editorial CEC.SA Caracas, 1999.

Episodios Venezolanos, parte 5. Francisco Tosta García. EDUVEN. Caracas, 1980.

4 comentarios:

  1. Una buena selección de temas. Es una maravilla aprender historia de esta manera agradable. Felicitaciones.

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  2. Muchas gracias por tu estímulo positivo, me alegro de que te gusten estos temas. Saludos, José Reinaldo.

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  3. Respuestas
    1. Es muy amable, nos honra su comentario. Pronto escribiremos más sobre Bolívar... Gracias y saludos con aprecio.

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